Sunday, August 2, 2009

El Necronomicón

Arturo Méndez-Roca

Work in progress

El Necronomicón

Traducción e introducción de Arturo Méndez-Roca

Antecedentes

Esta obra llegó por primera vez al público en general a través de las referencias que aparecen en la ficción de uno de los autores más importantes del género fantástico y de terror, nos referimos a Howard Phillips Lovecraft, (†1937), autor que también incursionó en lo oculto. Quizás su cita más reproducida es “no ha muerto quien puede yacer eternamente/Y con eones extraños la misma muerte puede morir” Esa es mi versión de esas famosas frases del autor: “That is not dead which can eternal lie. And with strange æons even death may die” (26.000 ocurrencias en Google en esta mañana del 12 de marzo de 2008).

Yo me exilé en el Monstruo por razones de todos conocidas y en las que no voy a entrar aquí, y viviendo en la extraordinaria Bâton Rouge, que combina las culturas francesa y africana con el elemento anglosajón norteamericano y una rica y diversa presencia etnocultural, es que comencé a frecuentar nuevamente a esos autores que habían iluminado(o ensombrecido) mi temprana juventud, en esos días en que comenzaba a escribir y era admitido bastante a regañadientes en “Los Desencantados de Coquimbo”, grupo poético y neorromántico que desaparece en la arena de la playa de la historia en un país como Chile, aquejado de manera entusiasta con la globalización neoliberal, que trae de la mano el afán de novedades que caracterizaría al hombre medio de la urbe contemporánea, tan minuciosamente vituperado por el gran filósofo alemán Martín Heidegger. Fue allí donde releí a Lovecraft, en esa ciudad que lamentablemente he debido abandonar debido al meteoro que hundió para siempre a la incomparable Nueva Orleáns, asolando de paso Bâton Rouge y una propiedad totalmente a mi gusto que había logrado adquirir y remodelar después de décadas de enseñanza de mi idioma natal en el sistema educacional local, primero en la educación secundaria y luego en la universidad. Fue allí que releí Los mitos de Los mitos de Ctlulhu, a medida que me apropiaba del inglés, esta mi segunda lengua de la cotidianidad y el mundo del trabajo en este continente, mi lenguaje para lo ‘a la mano’, parafraseando otra vez al ilustre pensador teutón Mi idioma para lo que sería la cultura, el conocimiento, sobre todo las artes y la poesía, lo que los siúticos y algunas señoras que conocí en mi infancia y temprana juventud llamaban “las cosas del espíritu”, es el francés. Desgraciadamente mi alemán es sumamente rudimentario.

Y por supuesto que en esas latitudes y entorno no podía sino haber releído a Lovecraft, y luego de varios intentos traduje esas famosas frases que describen El Sueño de Ctulhu, que se prolonga para siempre en su ciudad ciclópea de geometría que de alguna manera distorsionada y extraña. That is not dead which can eternal lie. And with strange æons even death may die. Mi traducción personifica decididamente en términos humanos al ‘which’ que traduzco por ‘quien’, ya que los minerales, por ejemplo, pueden yacer por incontable eones, transmutarse, descomponerse en sus átomos constitutivos, etc. y eso no tiene nada de terrible. Así, la presencia del Reino Mineral se evita no poniendo ‘lo’ por which, que también hubiera sido correcto semánticamente, pero que ya no daría la idea de esa antigua divinidad todopoderosa y monstruosa que yace bajo las aguas por un tiempo interminable. Además, si hubiera puesto ‘el’, estaría discriminando por el lado del género, mientras que al poner ese ‘quien’ yo estoy abarcando la posibilidad de una Diosa monstruosa e incalculablemente mala que yace esperando su cuarto de hora desde la eternidad, o aludo a una entidad no genérica, que no es lo mismo que decir ‘neutra’, ya que esto último implicaría esa suerte de vacuidad o chatura del ‘it’ inglés. Así, mediante el ‘quien’ se puede aludir eventualmente a una presencia bi o multigenérica.

Entonces, mi versión dice: No ha muerto quien puede yacer eternamente y con eones extraños puede morir hasta la misma muerte. La filiación iniciática u ocultista de Howard Phillips Lovecraft ha sido vastamente demostrada y documentada, además está el argumento de que alguien que escribe no llegará a ese nivel de abundancia y sofisticación si solamente estuviera escribiendo ficción. Hay mucho simbolismo y paráfrasis. Hay elementos de una tradición hermética que a la vez es literaria. No muchos críticos han reparado en las menciones que el autor hace en su obra Horror supernatural en literatura al Gólem de Gustav Meyrink, en el contexto de la Cábala, párrafo que me voy a permitir citar a continuación (en mi propia traducción, naturalmente) “...la misma Cábala, tan prominente en la Edad Media, es un sistema de filosofía que explica que el universo es una emanación de la divinidad, implicando la existencia de extraños dominios espirituales y seres separados del mundo visible de los podemos obtener siniestras vistas mediante ciertas encantaciones secretas. Su ritual está atravesado de interpretaciones místicas del Antiguo Testamento y atribuye significación esotérica a cada letra del alfabeto hebreo—una circunstancia que le ha impartido a las letras de dicho alfabeto un glamour y potencia espectrales en la literatura popular de carácter mágico. El folclor judío ha preservado mucho del terror y el misterio del pasado, y cuando se lo estudia más en profundidad es probable que ejerza una influencia considerable en la ficción fantástica [weird fiction]. Los mejores ejemplos de este uso literario han sido hasta ahora [1927] la novela El Golem de Gustave Meyrink y la obra de teatro El Dyhhuk [español ‘alma en pena’ proveniente del infiermo hebreo, o Gehenna ], de un escritor judío que usaba el seudónimo "Ansky." La primera obra, con el hechizo de sus sombrías sugerencias de maravillas y horrores casi al alcance de la mano, se ubica en Praga y describe con maestría singular el antiguo ghetto de esa ciudad con sus espectrales tejados triangulares. El nombre Golem se deriva de un fabuloso gigante artificial supuestamente fabricado y animado por rabinos medievales según una fórmula críptica. El Dyhbuk, traducida y puesta en escena en Estados Unidos en 1925, y más recientemente producida como ópera, describe con poder singular la posesión de un cuerpo viviente por el alma perversa de un hombre muerto. Tanto los golems como los dybbuks son caracteres ya fijados y son frecuentemente ingredientes de la tradición judía posterior.
La conexión entre la así llamada literatura fantástica en todas sus ramas, y mucha de la literatura tildada de seria, y la tradición oculta, hermética, etc., no es cosa nueva, ni tampoco la presencia de la misma reconocible o transformada mediante intenso simbolismo, baste citar por ejemplo a Arthur Machen, Lord Dunsany, Clark Ashton Smith y el mismo Meyrink, maestro de Hermann Hesse, también influido por lo que contemporáneamente se denominan las religiones alternativas, que popularizó temas y caracteres adecuados para una espiritualidad media en el occidente y cuyas obras no faltan en ningún plan d estudios, Entonces ese primer escollo que refiere a la posible existencia anterior ‘real’ya sea doctrinaria o mítica de temas y referencias presentes en la obra de Lovecraft en otros ámbitos como el de una tradición iniciática y sus documentos, etc., está fuera de duda. Podemos suponer la posibilidad de la existencia de esa obra, el Necronomicón, que en variadas instancias de la narrativa de Lovecraft se presenta como siendo de la autoría del “árabe loco Abdul Alzhared”. Eso aparte de todas las versiones góticas, rocanroleras, para literarias y para poéticas, y algunas ocultistas, que ha inspirado esta obra.
En términos filosóficos y anticipándonos a variadas elucubraciones e interrogantes, por ejemplo del porqué dedicar atención a una disquisición de este tipo, con sus implicaciones de que habría una cierta seriedad y una aceptación de creencias, doctrinas e incluso prácticas que no lo merecen, sino debieran estar confinadas al desván de la historia del pensamiento y las religiones, debo responder que muchas veces estas observaciones vienen de personeros o portavoces de concepciones que, si bien gozan de un gran prestigio institucional y económico, habiendo llegado en momentos de la historia a dictaminar el destino no ya de los individuos, sino de naciones enteras, se basan por ejemplo en la creación del universo en siete días, muchas veces no simbólicos, sino literales, luego dicen que esa misma instancia elige impartir la racionalidad de las leyes físicas en el universo y se reserva la prerrogativa de interrumpirlas cuando así lo estime conveniente a través de milagros. Lo que distingue estas afiebradas escatologías es su casi monopolio de las instituciones religiosas, y por tanto económicas, en gran medida políticas, culturales y educacionales a nivel mundial. Por lo tanto las etiquetas de ‘culto’ que esas descabelladas y acomodaticias concepciones del mundo pretenden asignar a las otras, minoritarias, marginales y clandestinas que no pudieron extirpar en siglos de quemas, torturas, exterminios y cuasi genocidios, no tienen la menor justificación.
Volviendo a las versiones del Necronomicón, no cabe duda de que ha sido motivo de la realización de obras artísticas tan meritorias como el Necronomicon de H.R. Giger, que fuera quien concibió al Alien de la película homónima. Lo que nos hace divagar un poco sobre lo que habrían hecho otros artistas plásticos ligados al comic, como Druillet o Ergonultas. Si el mero nombre y la sugerencia de un culto en última instancia gnóstico*, y por tanto tan adecuado para esta época del Kali Yuga, la Edad Obscura la edad obscura del alma ha sido suficiente para despertar la curiosidad y el interés creativo de tantos artistas, además de incontables individuos y sectores en el vasto mundillo—perdonando este casi oxímoron—de la charlatanería ocultista, no es extraño que otros hayan sentido interés por este libro sagrado hasta hace poco conocido sólo por referencias y cuyo contenido sólo ha sido revelado hiperbólicamente en las narraciones del ciclo del ciclo de Ctulhu, de Lovecraft. Pero antes de entrar a detallar la manera en que pude entrar en contacto con este texto del Necronomicón, o más bien su versión árabe moderna—lo que demuestra que ha tenido una cierta, aunque mínima circulación—, la que por supuesto no pude leer, debo referirme de paso a la errada etimología de Sáenz Lavalle y sus derivaciones antropológicas sobre el origen del libro. El lingüista argentino afirma que el nombre se puede descomponer en Necro, que significaría ‘negro’ y gnomicón, que tiene que ver con el radical gnos (conocimiento), que también ha pasado a significar enano, en las leyendas y cuentos ciertos enanos poseen conocimientos mágicos y científicos especiales. Pero este antropólogo piensa que el término se refiere a los actuales pigmeos de la República del Congo, ex Congo Belga. No voy a intentar tan siquiera refutar este dislate.
*En todas sus variadas manifestaciones, las religiones gnósticas guardan la existencia de un universo degradado al máximo, de materia totalmente corrupta, separado por distancias infinitas de una divinidad creadora. Llegan a sostener que el universo es creación del diablo. El hombre guarda sin embargo una semilla de luz y conocimiento (gnosis), separada por mediaciones infinitas del Creador.
El manuscrito del Necronomicón, que sería conocimiento o saber de lo oscuro, fue un encargo que me hizo don Ibrahim Nehme, dueño de la mejor, aunque no muy grande, bodega de frutos del país de la provincia del Maule, y de unos terrenos preciosos cerca de Coipué, donde se puede encontrar a mi entender la mejor greda de Chile. Mi amiga de ese entonces, Phyllis, con quien andaba visitando el país y a quien esperaba presentar a lo que queda de mi familia, era muy aficionada a la cerámica y sabía lo que estaba diciendo. Antes de volver a Santiago para de ahí proceder al puerto de Coquimbo y después a Punitaqui a visitar al poeta Bernardo Araya, fallecido hace un par de años y a quien conocí en mis lejanos días de estudiante de Castellano en el Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile, instituciones ambas que no sé si todavía existen. En esa época recuerdo que ganó un premio de poesía en la Facultad bajo el seudónimo de Antares Bosquimano. Cuando alguien que no lo conocía le preguntaba su procedencia, solía responder “yo vengo de un pequeño pueblito del Norte cuya única industria es la muerte”.
Pero Don Ibrahim me pasó justo antes de partir ese manuscrito, de unas doscientas páginas, en una carpeta de cartón y amarrado con un elástico para que se lo llevara a Yusuf, uno de sus hijos que cuando el vino el golpe de estado de 1993 también fue uno de los pocos, junto conmigo, que fueron aceptados en los Estados Unidos, y que llegó de casualidad a la misma ciudad donde yo vivía en la Louisiana. Éramos muy amigos, me había dado el encargo de pasar a ver a su papá cuando fuera de visita a Chile. Mucho más joven que yo, ya que el golpe lo había sorprendido en la secundaria, cuando militaba en la juventud socialista y en la tendencia o fracción de Mayoneso* Altamirano pese a sus catorce años, Yusuf estaba estudiando un doctorado mixto en filología comparada y traducción y ya le habían aceptado para su tesis de doctorado la traducción al inglés de un manuscrito que su familia había traído al país cuando habían llegado del Líbano hacía tres generaciones. Sin darle mucha importancia, más bien como parte del paquete, porque cuando la gente se exila o emigra trata si puede de llevarse algunas cosas que garanticen o den la sensación de una especie de permanencia. Lo digo por experiencia propia. Nadie había ni siquiera tratado de leer ese manuscrito de pergamino, bastante bien preservado. Don Ibrahim hablaba un poco de árabe pero no lo leía y menos lo escribía. Además, de que, como supe más tarde por Yusuf, una vez de vuelta en Estados Unidos y cuando le hube entregado el Necronimikón, νεκρονομικόv, ya que esa palabra en la primera página y tipo grande, estaba evidentemente en griego, ese texto no sólo parecía estar cifrado, sino que estaba escrito en un árabe bastante arcaico. Pero como se pudo comprobar después (no yo, sino Yusuf) , si bien el árabe del manuscrito no era una de las variantes que se hablan hoy en día, no era tampoco tan tan antiguo, quizás un poco más de 500 años, más o menos por los tiempos del descubrimiento de América, y con algunos dejos de dialecto hispanoárabe, “una especie de romance con influencias del árabe y el hebreo” (José Víctor Llatse). Lo más sorprendente era que no se trataba de un manuscrito, sino que de las hojas sueltas de un libro al que le faltaban las tapas y los lomos y numerado muy posteriormente arriba a la derecha de cada página con numeración arábica, desde la página del título y lo que podrían llamarse los créditos hasta el final. Por el tipo de impresión es claro que no se trata de un incunable, es decir es posterior a 1500 de esta era, lo que corroboran algunos rasgos linguísticos y filológicos en que no me voy a extender en esta especie de prólogo y que también me fueron comunicados por Yusuf. Si bien mi manejo del español es obvio—viví en esa lengua por más de treinta años antes de venir a estos países y lo enseño, hablo y escribo constantemente—, y puedo leer y hablar inglés, francés, portugués e italiano, mi latín es rudimentario y sólo sé unas cuantas raíces griegas.
Es evidente que se trata de una obra impresa, y quizás una de las primeras con signos árabes, pero no de la primera, ya que en España se registra un libro impreso con esos tipos en 1505 (Arte para ligeramente saber la lengua arauiga, de Pedro de Alcalá). De ahí que no sea difícil suponer que algún ejemplar de este libro haya llegado alguna vez a manos de alguien que hubiera intentado una traducción a otros idiomas, y que haya sido leída por Lovecraft, que, muy versado en diversas ciencias de su época, conocía el latín, algo el griego y leía en español y francés. La carencia de lomo, cubierta y contratapa daba la clara idea de que esos accesorios, en la época muy abultados y poco manejables, habían sido descartados para mejor empacar (o esconder) el libro, cuya probable época y evidente rareza lo catalogaba indiscutiblemente como un libro muy valioso y que pese a no ser técnicamente un incunable, alcanzaría bastante buen precio si pasaba a formar parte de alguna biblioteca en una de las universidades americanas más opulentas, el que s vería multiplicado si se trataba de la obra que habría consultado (en traducción naturalmente) el ilustre hijo de Providence.
*Nota de edición
Carlos Altamirano fue en tiempos del gobierno de la Unidad Popular en Chile, y anteriormente durante varios años, el líder visible de la corriente de opinión más a la izquierda del Partido Socialista de Chile, conglomerado variopinto de prácticamente todas las tendencias posibles en el pensamiento izquierdista y marxista de la época. Sus enemigos de la derecha política y de la izquierda lo tildaron de Mayonesa, para indicar lo alocado de sus concepciones. En Chile, como en muchos lugares del mundo, el vulgo tilda de ‘loco’ a aquel cuyas ideas le parecen desmesuradas, extremas y extrañas, o atentan contra el consenso de las mayorías en cualquier orden de la vida política y cultural. Los populares ‘locos’ de Chile son en realidad una especie de abalones (quizás la mejor del mundo), que tiene como característica una extrema dureza, por lo que hay que golpearlos profusamente con un objeto contundente antes de cocerlos. Como antaño eso se hacía con los enfermos mentales, de ahí la transferencia semántica anafórica a ese delicioso molusco al que desgraciadamente en la actualidad los pesqueros japoneses han llevado al borde la extinción, como sucede con variadas especies marinas

Por el tipo de impresión es claro que no se trata de un incunable, es decir es posterior a 1500 de esta era, lo que corroboran algunos rasgos linguísticos y filológicos en que no me voy a extender en esta especie de prólogo y que también me fueron comunicados por Yusuf. Si bien mi manejo del español es obvio—viví en esa lengua por más de treinta años antes de venir a estos países y lo enseño, hablo y escribo constantemente—, y puedo leer y hablar inglés, francés, portugués e italiano, mi latín es rudimentario y sólo sé unas cuantas raíces griegas.

Ahora sería pertinente hacer un alcance sobre un tema bastante espinudo y muy contemporáneo que ha sido fuente de bastantes comentarios desfavorables sobre el ilustre autor providenciano (de Providence, Rhode Island, no de la calle Providencia en Santiago de Chile), tema al que vamos a aproximarnos un poco lateralmente. Debido a mi conocimiento del texto, debo decir que el Necronomicón no es una superchería ni un invento, como los tristemente célebres Protocolos de los sabios de Sión, sino una realidad bastante desafortunada por cierto. El Necronomicón no es ni una ficción ni un libro truculento, como el uso que Lovecraft hace de él podría hacer suponer. Podemos adelantar que si se hubiera tratado de un libro ‘occidental’ mítico o relacionado con el ocultismo, como digamos la obra de Eliphas Levy o Paracelso o algún grimorio, esta obra hubiera recibido una atención más seria de parte del autor, por otra parte bastante versado en las ciencias ocultas y los antiguos mitos, como lo da a entender a través de las menciones en sus relatos de prácticamente todos los libros maestros del ocultismo, la alquimia, etc. Pero lo que pasa es que el Necronomicón, “del árabe loco Abdul Alzared”, no es un libro occidental, lo que hizo que, o bien nunca lo leyera, o lo leyera muy por encima, o bien se refriere a él como fuente secundaria y exclusivamente dentro de la economía del ‘plot’ de sus narraciones. Ya en “El caso de Charles Dexter Ward” por ejemplo a “la miseria y el vicio políglota” de un barrio venido a menos y lleno de gente que ahora en América del Norte se denomina como “de origen étnico”, habla de “caras oscuras y olores innombrables”. En otras muchas partes de su obra se refiere a negros, mestizos, orientales y no europeos en general como conectados con sectas, razas primigenias de bastante malas inclinaciones, y monstruosidades sepultadas eones atrás y que esperan la oportunidad de abalanzarse sobre un mundo que a la postre es de ellos (Ctulhu y compañía).

Entonces en realidad y por haber sido escrito por un árabe, es decir un no blanco, Lovecraft nunca le dio importancia al Necronomicón más allá de un ingrediente o aditamento para las atmósferas y argumentos de su obra narrativa, donde suele citar a veces ese título entre otras obras mágicas, ocultistas o alquímicas históricas; “Hermes
Trigemisto en la edición de Mesnard, la Turba Philosopharum, el Líber Investigationis de Geber; y la Llave de la Sabiduría de Artephous. Todos figuraban allí, junto con el Zohar cabalístico, el juego de Alberto Magno de Peter Jamm, el Ars Magna et Ultima de Raimundo Lullio en la edición de Zetzner, el Thesaurus Chemicus de Rogerio Bacon, Clavis Alchimiae de Fludd y el De Lapide Philosophico de Tritemio,cerrando la lista. Los autores judíos y árabes de la Edad Media estaban profusamente representados y Merritt se puso pálido cuando al sacar un hermoso volumen llamativamente titulado el Qanoon-é-Islam, pudo darse cuenta de que se trataba en realidad del prohibido Necronomicón del árabe loco Abdul Alhazred” (traducción mía de un párrafo de “El caso de Charles Dexter Ward”, que estoy estudiando últimamente y que parece encerrar algunos indicios de que Lovecraft barruntaba algo sobre las técnicas contemporáneas de clonaje y la investigación con células embrionarias). Hay quienes afirman como Farragut por ejemplo, que el autor da por descontada la existencia real de esta obra, al incluirla junto a esas otras fuentes históricas y reales del acerbo por así decir ocultista o hermético—otros prefieren el término pre o para científico y Weber, no el sociólogo, sino su nieto creo, propone el término ‘neo científico’, desde que se enteró de que Heisenberg y Einstein y mucho antes Linneo habían estudiado con atención la obra de Paracelso.

Lo cierto es que el Necronomicón es un texto científico (de alguna manera) entre otras cosas, y bastante difícil de leer, al menos en parte, ya que en parte está cifrado, aunque no se trate de un código tan complejo como el del manuscrito Voynich, que ha desafiado por más de un siglo los intentos de los descifradores humanos y computacionales. El Necronomicón es en parte una cosmogonía (el texto de la izquierda), con las figuras retóricas y apoyaturas rítmico vocálicas aliterativas y onomatopéyicas típicas de los textos aprendidos de memoria para ser declamados ante audiencias colectivas, lo que demuestra que alguna vez esa mitología o cosmogonía fue parte del acerbo cultural de una colectividad. Después viene el texto del centro, en código, y a la derecha viene algo que a falta de mejor nombre propondría denominar álgebra del espíritu, o álgebra cultural, lo que no es de extrañar por el papel de los árabes en el desarrollo de las matemáticas, el álgebra y la geometría. Para dar una idea, en el medio de una ecuación que se semeja a un algoritmo, se llega a una fórmula que sería, en traducción (bastante) libre del inglés (que a su vez es traducción del árabe moderno que es la versión que manejó el pobre Yusuf Nehme y que vertió al inglés), sería la ‘Fórmula de Dios’:

D = R = M+M

Es decir Dios igual Religión igual Mediación Moral,

Que más o menos implicaría que la figura de Dios (cualquier dios) vehiculiza una religión (una religión n) que implica a la vez la existencia de una moral y la necesidad de una mediación para operatividad de esa moral. Me explico. En términos cristianos o musulmanes, primero está la acepción de Cristo o Mahoma por el creyente y luego vienen normas, decálogos, disciplinas y una moral. En general, esta moral no está inmediata o directamente en el por así decir ‘horizonte de expectativas’ del creyente—como podría estar por ejemplo para un Sócrates—, sino mediada por la aceptación previa del Dios. Así, el arbusto incombustible que es Dios le pasa a Moisés un decálogo, pero podría haber sido otra cosa, con otros principios. Lo que lo valida es no su valor ético de por sí, sino el hecho que Dios lo origina u ordena. De ahí se desprende el interesante problema para el filósofo o el estudiante de la Naturaleza Humana de si es posible que el Ser Humano pueda mayoritariamente adoptar una ética o moral, cualesquiera, que no esté mediada (prestigiada) por una divinidad o su versión laica.

La columna de la izquirda de este texto, que es por así decir ‘narrativa’o cosmogónica, es la que obviamente leyeron Lovecraft y varios otros antes que él. Es la única inmediatamente accesible—mediando la traducción, claro—, siendo la que ni está en código ni tampoco constituye esa ‘álgebra del espíritu, o álgebra cultural’ que ejemplificábamos anteriormente. En esta columna nos encontramos una cosmogonía que pareciera contradecir o separarse de los teoremas de la parte o columna de la derecha, y que es el germen de esa mitología que utiliza magistralmente H.P. Lovecraft y luego tantos otros que han hecho su (desigual) aporte a los mitos de Cthulhu. Desde el texto breve (y a nuestro juicio vestigial) del editor de esta página en el número 3 de la revista Mapalé de Canadá, titulada “El horror austral”, que se puede ver en el enlace http://www.harrymagazine.com/200503/unchileno.htm., hasta las magníficas narraciones de August Derleth, que agregó a Ithaca, dios elemental del viento, al panteón de divinidades negativas de esta mitología originada en el Necronomicón. O la incomparable nouvelle de Colin Wilson “El regreso de los Lloigor”.

Pero aquí no estamos hablando de ciencia ficción. Nos interesa destacar que esta mitología aparece descrita en la columna narrativa del Necronomicón con la misma pretensión de ficción que uno pudiera atribuir por ejemplo a la Biblia o al Corán, es decir ninguna. Es claro que el autor o quienes escriben este texto—se puede suponer que el nombre Abdul Alzahred en realidad enmascara a diversos autores, letrados o escribas, metafísicos o teólogos y geómetras o matemáticos —creen a pies juntillas en esa cosmogonía, que podemos calificar como gnóstica, con la misma intensidad de quienes redactaron esos otros libros sagrados por así decir de ‘corriente principal.’ Fe de la que obviamente Lovecraft carecía, lo que le hizo fácil recurrir a dichos contenidos con el exclusivo propósito de generar ficción. Algo análogo, pero sin embargo muy diferente a lo que hizo Wagner con las mitologías germánicas que en algún momento constituyeran materia de explicación cósmica para algunos pueblos, o del trato artístico y literario de los temas de las antiguas religiones grecorromanas por los autores renacentistas.

Esta cosmología del Necronomicón es esencialmente la que básicamente ha expuesto Lovercarft: en el origen de los tiempos y en el centro del cosmos existen dos fuerzas opuestas, una que se pudiera llamar positiva y otra negativa, lo que no es ninguna novedad y que tiene parecida expresión por ejemplo en el zoroastrismo. No así en la antigua religión bíblica, ya que el demonio cristiano es más bien una ocurrencia de orgullo o vanidad, de pecado en un universo que inicialmente es totalmente bueno, positivo, lo que le vale a Satán el destierro e inicia su conflicto con el Creador Todopoderoso por el dominio de este mundo. Lo mismo pasa con Adán, que es corrompido luego por la serpiente (Satán). O mejor dicho a través de la tentación de Eva, — lo que inicia, justifica y fundamenta que en las tres religiones así llamadas del libro, porque se basan en la Biblia, la judía, la musulmana y la cristiana, la mujer sea un género subordinado—. Entonces, en estas religiones lo positivo de alguna manera se corrompe y da origen así a ese ámbito negativo que se le opone y que termina por ser parte aleatoria de todo lo que existe, incluyendo a la naturaleza humana, que ya no está dispuesta totalmente al bien y siempre será proclive al pecado. De ahí vienen esas divisiones del ser humano tan caras al pensamiento occidental cristiano, esas dicotomías entre cuerpo, materia, caducidad, perecibilidad, vs. alma o espíritu, eternidad. De ahí también vendría la capacidad dicotómica del hombre de decidir entre su parte espiritual y su parte animal corporal, material, etc.


En este caso, y en esta mitología que nos preocupa, y que por la antigüedad que alega sería la primera, se da por el contrario una división inicial entre dos tipos o grupos de entidades, unas positivas y otras negativas, de ahí un maniqueísmo inicial del universo, de todo lo que existe, que previamente a ninguna corrupción ya contiene elementos que el lenguaje popular califica como ‘malos’. Las entidades positivas, —luego de una batalla entre el bien y el mal cósmicos, o sus equivalentes, algo así como un ‘Conflicto de los Siglos’adventista—, desterraron a los vencidos, entre otros lugares, al plante tierra. Es interesante señalar que en esta cosmogonía, los seres humanos—o quizás la vida toda en el planeta, es un subproducto, bien no intencional o bien premeditado, de la actividad de esas entidades. En el segundo caso, nos encontramos con que los seres humanos habrían sido creados en una pavorosa versión de esa doctrina tan de moda en estos tiempos y que se llama ‘Diseño/designio inteligente’ (Intelligent Design). Entonces, el ser humano habría sido diseñado como alimento o fuerza de trabajo por esas divinidades negativas elementales, desterradas o exiladas a este planeta y que distraídas o embotadas por milenios, de alguna manera se descuidaron, dejando que sus producciones poblaran la tierra y elaboraran una cultura. Pero que ya estarían empezando a agitarse en sueños, próximas a despertar y a reconquistar su territorio.

Ahora me doy cuenta del trabajo que el mero hecho de sentar por así decir los prolegómenos de una edición en español del Necronomicón es un trabajo bastante arduo y que se complica aún más por otros asuntos conexos (por ejemplo tratar de conseguir financiamiento institucional para este proyecto), lo que representa un gasto considerable de tiempo y esfuerzo, incluso de mis no muy abundantes recursos personales, ya que me veo obligado a desplazarme frecuentemente, a adquirir material en microfilm, a recurrir al trabajo de traductores especializados, que generalmente cobran por palabra. Curiosamente, donde mejor me ha ido a este respecto y la gente que con más interés me ha colaborado han sido precisamente los especialistas académicos, que muchas veces, con el incentivo de poder explayarse en las investigaciones y teorías que más los entusiasman, y que generalmente se llevan a cabo fuera de los estrechos márgenes de la lo que acepta como ortodoxo en la academia, a lo más significan un gasto de cerveza o café. Para la por así decir ‘corriente principal’ de la historia de las religiones, de la historia literaria, la literatura comparada, la antropología cultural etc., el Necronomicón carece de existencia real, y de alguna manera y para hablar en serio, el texto que me dio don Ibrahim Nehme en el Sur de Chile para su hijo Yusuf, paraexilado en Estados Unidos, y las supuestas circunstancias de su posesión por esa familia, son mis únicos hechos materiales, fidedignos, así como ese texto mismo es mi única, por así decir fuente primaria. Los diferentes fondos e instituciones de apoyo a la investigación de Estados Unidos, Canadá e incluso Chile no se dignaron ni siquiera responderme más allá de las consabidas cartas universales a las cuales sólo les cambian el nombre del destinatario. Solamente en el último país nombrado hubo cierto interés de una instancia de financiamiento de las artes, y más precisamente de la literatura, institución que no voy a mencionar por razones obvias y una de cuyas becas pasó a paliar parte de mi penuria económica cuando me adentraba por los prolegómenos de esta terreno ignoto del saber. No está de más mencionar que esa beca que se me concedió fue parte de la leña que alimentó al fuego del escándalo que recientemente amenazó con consumir a dicha institución, que ahora sin embargo está surgiendo de las cenizas de su nido como otra ave fénix. Phyllis, con su buen sentido escocés para los detalles económicos, que parecen nimios pero que constituyen la base en que se levantan a la postre los imperios, no entendía esa dedicación mía a esta tarea que no parece destinada a cosechar sino el interés tangencial de una invención más o menos ingeniosa y bien lograda, algo así como ese cráneo de vidrio que sembró la dura por décadas en el mundo de la antropología humana y que es el tema de la última y malísima versión en el celuloide de las aventuras de Indiana Jones, cuyos decorados ambientales sin embargo suelen ser geniales, según opinión de Phyllis, que trabaja como decoradora de interiores y viaja frecuentemente Europa en esa calidad.

Lo que pasa es que según la misma Phyllis, la gente se aprovecha de mí o yo me meto en cosas que fracasadas de antemano, cosas de locos o de quijotes que a la postre lo único que deparan es trabajo. Bueno, de alguna manera eso es lo que hizo exilarme en su momento y me tiene como al Señor de la Mancha comiendo lentejas los viernes. Sin embargo ella tiene razón. Siempre he sido medio ‘material’, como se decía en mi tiempo en Chile. En el liceo los otros cabros me hacían hacerles dibujos en las clases de artes
plásticas y más de la mitad no me pagó nunca el peso que yo cobraba. Pero aún entonces y gracias a mi buena disposición, pero también a que me vieran un poco las canillas, salía
ganancioso a la postre, al menos en la estima de los otros cabros, uno de los cuales me dejó copiarle una vez en un examen de matemáticas. Entonces la cosa se equilibraba un poco, se llegaba a una especie de Tao, en la misma medida en que la otra gente me aprovechaba, también yo me reportaba como beneficiado.

Ahora, volviendo al libro o manuscrito propiamente dicho, hay que decir que hasta donde resulta aparente, la cosmogonía en definitiva gnóstica a la que tan partido sacó Lovecraft está insita en una etiología del universo (suponemos) bastante más, por así decir abstracta, de una génesis que pareciera ser a la vez de la materia, el orden, las significaciones y los valores, que de alguna manera pasa a alojar a las entidades zoomorfas o antropomorfas posteriores sin solución de continuidad. En la narrativa de la izquierda se presenta o desarrolla una especie de génesis, lo que es común a casi todas las religiones, pero mi impresión es que faltaría una primera parte, o segmento la obvia mención al surgimiento del universos o el o los dioses de la nada. Antes de entrar en mayores comentarios y explicaciones voy a presentar mi versión del primer segmento del libro en la columna de la izquierda. Es útil que yo entregue mis comentarios sólo una vez que el lector haya leído este párrafo o estrofa, y tenga una cierta familiaridad con él

I

Los cinco lados de Dios

Los Cinco Lados de Dios, sí y sólo sí, los Cinco Lados de Todo lo que Existe—Lo que está por detrás—Lo que está por delante

Lo que está al centro

Lo que está a un lado—lo que está al otro

Lo que está al centro se sobretedermina como cruce de los otros cuatro lados, en realidad dos ejes con dos extremos

Luego se produce por necesidad la sedimentación, y sólo entonces y por necesidad lo que está arriba—lo que está abajo

Entonces lo que está al centro se sobredetermina y se hace centro de cruce de tres ejes; dos de los lados uno-dos y cuatro-cinco y del tercer eje arriba-abajo sobrevenido por la sedimentación

Así y en la simbología que a la vez dibuja y describe se hace ver desde temprano el pasar y el transcurrir—el suceder

El Pentagrama se resuelve como Heptagrama, pero sólo ahí aparece el suceder—el suceder viene cuando aparece la sedimentación que crea el Tercer Eje

Los tres ejes más el centro forman el Tetragrama

Así en Pentagrama y el Heptagrama se resuelven en el tetragrama

Cuando se trata del Heptagrama y el Pentagrama se trata en realidad del Tetragrama—la ciencia de Dios y de Todo lo que Existe se llama TETRAGRAMATÓN

Así se ha mostrado la consustancialidad de los lados 1-2 y 4-5

Así es el advenimiento de la Sedimentación—el lado 3 es en realidad el cruce de estos lados 1-2 y 4-5—su sustancia es a la vez menor que los ejes que son orientaciones y direcciones—pero a la vez su sustancia es mayor porque los amarra a ambos—anuda a los cuatro lados— sus dos ejes de extremos opuestos—creando así la necesidad de la sedimentación

Lo que está por detrás precede a lo que está por delante
Lo que está por detrás es inescencial con respecto a lo que está por delante
Sin embargo lo que está por delante necesita de lo que está por detrás
Se basa en lo que está por detrás
Para poder estar por delante
Lo que está por detrás es así esencial e inesencial
Lo que está por delante es así esencial e inautónomo

Así es como surge la Sedimentación

Lo que está a un lado y lo que está al otro no gestan la Sedimentación—pero cuando ocurre la Sedimentación estos lados entran en la Sedimentación

La sedimentación proyecta el Tercer Eje con los lados de lo que está arriba y lo que está abajo porque no se puede realizar en los Dos Ejes anteriores

La Sedimentación opera en el Primer Eje—contagia y tuerce al Segundo Eje—pero al aparecer crea simultáneamente el Tercer Eje para poder aparecer

Los Tres Ejes y la Sedimentación esencializan progresivamente al Centro
Porque el Centro es el cruce de los Ejes
Y por ser Centro de esa manera se ha segregado la Sedimentación



Lo primero que es obvio, es que se identifica a Dios con ‘todo lo que existe’. El mundo material y por así decir el ser o cuerpo de la divinidad son lo mismo. Esta suerte de panteísmo es bastante antiguo y muy recurrente, las diversas versiones del universo como un animal, etc. Para Spinoza el universo es Dios, son consustanciales, de ahí que teológicamente algunos curas revolucionarios piensan que perfeccionando la sociedad en el sentido de justicia y equidad están perfeccionado el universo y por ende a Dios. O´MEARA, J. D., Structures hiérarchiques dans la pensée de Plotin, Leiden, Brill, 1978, 9 ss. En el cap. I, 19-32 : “La estructura total de la realidad aparece como una sucesión de etapas en una progresión de la unidad absoluta hacia la plenitud, progresión que corresponde al movimiento de derivación, según el orden de prioridad causal y ontológica, de todas las cosas a partir del Uno” Para Plotino de la unidad se deriva una multiplicidad que se degrada a medida que se diversifica pero que es necesaria. En este caso ya se inicia el todo con un dios/universo plural (5)y su posterior adición hasta el siete se revela en última instancia como cuatro. Eso es una cosa bastante especial en teología, cosmogonía y filosofía ontológica. En general de la unidad primera se desgrana la multiplicidad de los seres.

Otra cosa es, por lo menos desde el punto occidental, es la ausencia del verbo, que es el principio en la Biblia. Lovecraft plasma el escándalo del occidental ante un universo generado sin un verbo divino en esas criaturas como Nyarlathotep, el Caos Reptante o Azathoth, dios estúpido y babeante en el centro del universo.

Ahora bien, cuando traduce los ‘lados’ de Dios, Yussuf traduce del árabe el inglés ‘sides’, pero me dijo que pensaba cambiar la traducción a ‘places’, por lados, es decir a la vez que ‘costados’, esa palabra se refiere a ‘lugares’, e incluso tiene un carácter traslaticio psicológico, como cuando se dice que ‘todo tiene su lado bueno’.

En cuanto a la ‘sedimentación’, el proceso que la provoca es claramente situacional y de alguna manera antropomórfico. Lo que está delante respecto a un centro no tiene mayor importancia en términos puramente materiales, pero para una entidad sentiente que es el centro, lo que está delante de alguna manera es lo por venir, lo incógnito, lo que se percibe, y llevando la imagen más allá, a lo que se aspira. Lo que está atrás es percibido como pasado, dejado atrás incluso espacialmente, superado en el camino, el progreso hacia lo que está adelante. De ahí que (y esto es especulación mía) ya hay un elemento de conciencia, pensamiento, valoración que hace que de alguna manera el verbo, en tanto ‘logos’, que es a la vez pensamiento, ya está es esta cosmogonía, pero a su ausencia manifiesta. De ahí que las divinidades de su panteón, como las que adopta Lovecraft en su narrativa y se ejemplifican previamente, parecen poseídas de una curiosa inteligencia y a la vez de la ausencia del lenguaje.

Incluso esta oposición (valórica) entre lo que esta delante y atrás introduce una orientación, desde el punto de vista o posición del Centro, que se contagia a los lados, lo que es obviamente el discernimiento entre lo que está a la ‘izquierda’ y lo que está a la ‘derecha’. Esto introduce valores y jerarquías, al crear opuestos (espaciales y valóricos). Como toda nivelación, antropomórficamente y químicamente hablando es vertical, hay que recordar que los líquidos o elementos más pesados van hacia abajo y los más ligeros se sedimentan arriba, aparecen entonces ‘arriba’ y ‘abajo’, la manifestación en este universo a la vez abstracto y densamente material de esos valores opuestos asume las posiciones de ‘arriba’ y ‘abajo’, con todas sus consecuencias ontológicas y axiológicas.

En este comentario preliminar prefiero no entrar en el análisis de los números, que evidentemente apuntan hacia prácticas rituales o a cierto simbolismo, no tan ajeno tampoco a otras instancias. Lo que sí resulta interesante, y volviendo un poco hacia atrás, es que de alguna manera del espacio por así decir geométrico, abstracto, direccional, se desprende la materialidad que denota el término ‘sedimentación’ para las diversas categorías y densidades de los entes.

Lo que quisiera acotar finalmente a este primer parágrafo del Necronimicón, que como ya digo sería el equivalente al inicio del Génesis, es su complejidad, bastante diferente a los versículos de los momentos iniciales de casi todos los textos sagrados, sean o no de la corriente principal, con sus imágenes, metáforas, aliteraciones, y la apoyatura rítmica versicular que es a la vez un instrumento mnemónico del transmisor oral del texto y un atractivo para el público oyente. Esto parece estar ausente en esta primera estrofa que les presentaba y de la que hacía, ya hace varias semanas, un análisis preliminar en esta misma página http://etcheverry.info/hoja/actas/notas/article_1214.shtml. Se nota la falta total de preocupación del autor por facilitarle las cosas al o los lectores, impresión que me confirmó Yusuf Nehme una de las últimas veces que nos vimos, y que tiene más credibilidad que yo, ya que él fue quien hizo la traducción al inglés del texto que ahora yo estoy intentando traducir al español. Por el contrario, el texto parece estar dirigido a un lector que no es el creyente cuya ignorancia se alaba o incluso se pone como requisito para el creyente bíblico. Los estamentos, grupos o entidades que subyacen a la redacción y promoción del Necronomicón no parecen querer eliminar a quienes puedan cuestionar sus afirmaciones, que son además dictámenes. Por el contrario, parecen asumir que sus lectores pueden casualmente y sin mayor esfuerzo entender este texto. Si se asume una cierta contemporaneidad entre la redacción del Necronomicón y la Biblia por ejemplo, lo que para mí no está claro, ya que pienso que el primero es mucho más antiguo, habría que decir que se dirigen a grupos diferentes, y/o exaltan o destacan cualidades, características o comportamientos diferentes.

“Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Pese a que prácticamente no hay comentarista que no diga básicamente que significa carecer de espíritu para entonces aceptar lo espiritual divino, es claro, como se dice en otra fuente, que “lo que les hace falta en sabiduría humana, lo tienen en su estado humilde”. Es interesante que en estas palabras, Cristo destaca a esta categoría de personas en Mateo 5:1-12, ya que encabezan toda una serie, dándole así la primacía que se le confiere al primer elemento de una serie enumerativa cualquiera. El resto de los enumerandos es bastante razonable y bastante progresista, hasta yo me identificaría con esta lista, siendo como soy más o menos socialista (no me atrevería, no tendría las patas, como se decía en Chile, para autocalificarme como revolucionario). La lista enumera a los mansos, los que lloran, los que tienen hambre y sed de la justicia, los misericordiosos, los limpios de corazón, los que trabajan por la paz, los perseguidos por causa de la justicia. Ese es un llamado clásico a los desposeídos para sumarse a la revolución, y uno se sorprende de que tan sólo sea una fracción de la cristiandad la que ha reivindicado esta doctrina socialista de los Evangelios. Pero el otro lado de la medalla es justamente esa primacía que se da a los ‘pobres de espíritu’. Pareciera que ya en ese entonces, y en la iglesia incipiente, no eran muy bienvenidos los disidentes, los que pueden cuestionar las jerarquías, decálogos, preceptivas, etc., lo que es bastante contemporáneo y a la vez bastante antiguo. Los detractores de las revoluciones contemporáneas llaman a esto el verticalismo, el estalinismo que les sería propio. Y esto para mostrar el elemento humano, populista, presente de alguna manera en los Libros Sagrados, y ausente hasta donde yo puedo ver, en el Necronomicón, que Yusuf cree que en realidad estaba dirigido a una elite, como lo son los textos iniciáticos, ocultistas, esotéricos. Nadie puede negar que la Clavícula del hechicero, los escritos de Paracelso o más contemporáneamente de René Guenón o la Blavatszky son bastante abstrusos, para qué decir nada de Gurdjief. Una tradición oculta presupone religiones por así decir ‘de masas’ con bastante tiempo de existencia que desarrollan por así decir ‘tendencias’ iniciáticas o místicas. Pero si se asume la tesis más ‘normal’, digamos, de la contemporaneidad del Necronomicón y la Biblia, no hay un periodo de base para la aparición, gestación y desarrollo de una religión ‘de masas’ hasta ahora desconocida, cuya destilación iniciática, fruto de centurias o milenios, hubiera resultado en este curioso libro.

Entonces se puede concluir que la complejidad de esta obra no es buscada ni resultado del desarrollo de una elite iniciática al interior de una iglesia de corriente principal. Entonces ¿A qué público se dirige el Necronomicón?, ¿qué conocimiento previo o maneras de hablar y de pensar presupone?. Si es contemporáneo a los evangelios, podemos suponer que la alabanza de los pobres de espíritu en un texto y la asunción de una gran inteligencia o capacitación para el lector de otro están íntimamente relacionadas en un contexto histórico que sólo podemos conjeturar. (no tan sólo Yusuf piensa esto, sino también el jefe del Departamento de Filología de la Universidad de New Transilvania, en Colorado, que no hace mucho fuera candidato a un Nobel, claro que no por estos intereses, que según Yusuf mantiene en el más absoluto secreto).

Thursday, August 9, 2007

Notas sobre la escritura femenina latinoamericana en Canadá

Jorge Etcheverry

Nota: este artículo apareció en más o menos la misma forma en "Poética de escritoras hispanoamericanas al alba del próximo milenio, compilado por Lady Rojas-Trempe, Catharina Vallejo, Miami, Ediciones Universales, 1998. Actualmente estoy actualizando este texto

Al comenzar enfrentamos una disyuntiva. O se intentaba desprender algunas características de forma y contenido de la literatura femenina latinoamericana en Canadá a partir del examen de sus textos, a la vez que se entregaba una visión panorámica de la misma, o intentábamos mostrar algunas de sus determinantes y elementos históricos y contextuales importantes. En estas notas hemos optado por lo segundo.

La literatura femenina hispanoamericana en Canadá -- entendida como el corpus de textos de intencionalidad literaria desde el punto de vista de su producción y que se vehiculizan a través de medios reconocidos como literarios: revistas, periódicos, libros, lecturas -- es por supuesto mucho menos copiosa que la literatura femenina producida y comercializada por las dos culturas hegemónicas de Canadá. Pero ésto se relativiza al considerar la poca importancia demográfica de su comunidad etnocultural de origen en el país y la brevedad de su historia. Al examinar someramente algunas publicaciones antológicas en que aparecen textos de autoras latinoamericanas en Canadá, podremos advertir algunas características de su producción y su contexto, así como algunos cambios en el contexto social y cultural en que esta literatura se origina. Estas antologías no agotan el corpus, en rápido crecimiento, sino que, por sus instancias de producción, presentación y momento de apareción, tienen un carácter paradigmático y señalan etapas en la producción y difusión hasta llegar al momento actual en que la literatura latinoamericana femenina en Canadá está adquiriendo un perfil distintivo.

La Présence de’une autre Amérique, edición colectiva de los autores participantes y publicada por Les Editions de la Naine Blanche, en Montreal, 1990, fue la primera publicación antológica en francés de literatura latinoamericana en Quebec, e incluía a Maeve López, poeta nacida en Uruguay, Nelly Davis Vallejos, poeta chilena exilada en Montreal y a Yvonne América Truque, originaria de Colombia, entre los 15 autores, entre ellos tres poetas quebequenses reconocidos y al editor de La Enana Blanca, Hugh Hazelton, de procedencia estadounidense. Esta antología primariamente de poesía, salvo por dos textos en prosa, presenta ciertos rasgos familiares de las literaturas no hegemónicas o subordinadas. Por ejemplo, antes que surgir en un contexto editorial convencional (empresa comercial), este volumen brotó del trabajo de producción y promoción en el seno de la comunidad interesada, y contó con un apoyo menor de instancias de diverso nivel institucional de la sociedad anfitriona, preferentemente dedicadas al trabajo social y con inmigrantes o exilados. La publicación nació de unas jornadas con el mismo título (La Présence de’une autre Amérique) organizadas por algunos de los autores, y es básicamente una autopublicación, que muestra el deseo de integración a la cultura anfitriona -- los textos están en francés-- y la intención, ya desde el título, de mostrar la “otra América” al público quebequense1. La presencia del editor de La enana blanca entre los antologados, poeta y crítico estadounidense y en cierto sentido latinoamericano por adopción y hasta cierto punto por ideología, y la de los escritores quebequenses, revela la vinculación--a menudo típica-- que se suele dar entre los autores emergentes (que probablemente nunca dejarán de serlo) de las culturas ‘de menor difusión’2 y la de ciertos autores de las culturas predominantes, y que antecede a la eventual mainstreamización y comercialización de algunos de los autores de la cultura/lengua subordinada más cercanos al canon, presuposiciones y demandas del público, la crítica, las editoriales y las agencias financiadoras sociales y de las artes. Esta publicación fue en cierto sentido la presentación de un colectivo de autores que metaforizaba desde una eventual unidad de las Américas su voluntad de ser considerados no tan solo como el o la autora individuales que acceden al mercado, sino como un grupo partícipe de una cultura y literatura distintas y perfiladas, representante de la tercera América de habla hispana, y que pedía, respaldada por autores de la cultura anfitriona, espacio en el contexto literario quebequense, en una relación de armonía y vinculación con la cultura predominante.

Enjambre, Poesía latinoamericana en el Quebec
, Montreal, también de 1990, y compilada por Daniel Inostrosa y Jorge Etcheverry, presenta 17 autores, entre ellos cinco mujeres, las mencionadas arriba en el caso de la antología anterior, más las poetas originarias de Perú Alicia Núñez Borja y Yolanda S. De Saldivar, que escribe fuera del español, en la lengua quechua. Se trató de una empresa ocasional, llevada a cabo por tres editoriales pequeñas, sin aporte monetario o de trabajo comunitario de parte de organismos sociales o financieros de Quebec y con las características de producción y aspecto de una autopublicación. Se diferenciaba de publicación anterior en que constituyó un intento de antología--básicamente los ausentes fueron quienes no quisieron participar o a quienes no se pudo contactar--, que intentó agrupar a todos los escritores en sus diferentes niveles profesionales y de difusión que abarcara el campo señalado por el título de la publicación. Las breves introducciones bibliográficas a los trabajos de Hugh Hazelton, de origen estadounidense, y André Jacob, quebequense, pero que “considera a Chile como una segunda patria”, muestran la intención de rebasar el componente etno-cultural latinoamericano estricto hacia la expresión lingüística y temática sin pura base étnica, pero sí de un ‘compromiso’con la cultura latinoamericana a la vez literario/lingüístico y político, lo que quizás reproduce una de las constantes de la cultura latinoamericana. La presentación de autores no estuvo circunscrita al origen etnocultural y lingüístico o la pertenencia a la comunidad 3 latinoamericana per se, rebasando la tendencia hacia la compartimentación en la representación de las comunidades que parecen favorecer incluso las instancias más progresistas. Las dos antologías precedentes marcan el inicio del reconocimiento de una literatura latinoamericana que, al menos en el Quebec, posee un perfil distinto y agrupan a los autores de una manera relativamente sistemática.

En otro nivel editorial, mucho más cercano a la ‘corriente principal’ y cuyo público destinatario y referencia es Canadá en su totalidad, se sitúa un número especial de Canadian Fiction Magazine, fruto de un proyecto específico financiado por Multiculturalismo, organismo de la Secretaría de Estado canadiense, que solamente incluye a una escritora latinoamericano canadiense: la prosista y cineasta chileno-quebequense Marilú Mallet. Esta publicación en inglés, muy bien producida, se acerca al ‘mainstream’canadiense, ya que presenta a los autores percibidos como los más ‘establecidos’entre los latinoamericanos residentes, junto a otros menos conocidos. Publicado en 1987, pero con materiales recolectados desde 1985, en este número especial no se hace cuestión de una literatura femenina latinoamericana en Canadá, y se inscribe en una percepción de la revista como perteneciente a la cultura oficial, en cuyo nivel se elabora el enmarque contextual de la publicación al establecer una vinculación con Cortázar y presentar una entrevista con el autor y crítico de origen argentino Alberto Manguel, vastamente conocido en Canadá, y que representa un caso ideal de integración, ya que se inició publicando en el mainstream y su escritura no presenta rasgos temáticos ni formales que denoten un origen en otra cultura.

Por su parte, Canadian Literature publicó un número especial intitulado Hispanic- Canadian Connections en el otoño/invierno de 1994, que delimita aún más el contexto literario institucional de la literatura hispanocanadiense desde la perspectiva de la institución literaria canadiense. Como el número de Canadian Fiction Magazine, incluye la visión de Latinoamérica de los escritores canadienses, pero en una mayor medida, ya que ésto constituye el tema del volumen. . En esta visión el único artículo panorámico e informativo en términos generales, es de Hugh Hazelton, sobre la literatura latinoamericana en el Quebec, siendo uno de los dos artículos que refieren específicamente a la literatura hispano-canadiense. La única presencia femenina hispánica es la de la poetisa y crítica ítalo-argentina Margarita Feliciano 4.

Aquí podemos mencionar también el volumen antológico editado por Hugh Hazelton y Gary Geddes, y publicado en Cormorant Books en 1990, Compañeros, que fue una antología temática sobre Latinoamérica que incluía textos de autores canadienses y quebequenses y una amplia representación de autores latino-canadienses, entre ellos una nutrida presencia femenina. Lo importante es que este libro integra al discurso literario canadiense/quebequense global referido a América Latina, las voces de autores y autoras latinoamericanos residentes. Fuera de la realización discursiva de un discurso literario canadiense ‘utópico’que admitiría a los autores latinoamericanos de Canadá como parte sustancial, y que responde más al proyecto de los antologadores que a condiciones culturales o sociales objetivas, o a las intenciones de la institucionalidad cultural, este proyecto rompe la relación entre el narrador de la cultura hegemónica y el universo periférico narrado--viajes exploratorios, testimonio de la vitalidad y exotismo, redención misionera del sufrimiento y la opresión--, introduciendo como parte de ese discurso un segmento latinoamericano transplantado, que refiere a Latinoamérica desde el centro.

Más específico y contemporáneo, pero producido bajo las mismas instancias de producción y financiamiento que las otras revistas anteriores (mainstream literario), el número de la revista de poesía y teoría poética ARC dedicado a la poesía chilena en Canadá incluye 20 autores, de los cuales 4 son mujeres (Carmen Rodríguez, Nieves Fuenzalida, Nelly Davis Vallejos, Alejandra Bravo), más un artículo sobre la poesía chilena femenina en Canadá de la traductora y profesora de Carleton University Gabriela Etcheverry. Aquí aparece por primera vez en una publicación de este tipo la delimitación de una literatura femenina hispanoamericana en Canadá, lo que responde a los imperativos socioculturales actuales relativos a la representatividad de grupos y comunidades en la re-presentación artística 5.

El corpus de la literatura femenina latinoamericana en Canadá está sus comienzos, y se encuentra inmerso en el también muy nuevo fenómeno, que adquiere una fisonomía más o menos perfilada a mediados de los ochenta, de la expresión literaria latinoamericana en Canadá. La literatura latinoamericana femenina, conjunto de textos de intención/recepción literarias producid por mujeres de dicho origen, está adquiriendo un perfil separado, aunque no distintivo, si por esto último entendemos un corpus textual con rasgos formales o de contenido específicos que permitan agrupar los diversos textos de acuerdo a ciertas temáticas y categorías del discurso en tanto expresión. Expresión literaria femenina o producida por mujeres, y no necesariamente feminista, ya que en la mayoría de los casos las autoras no se plantean en su escritura como siendo concientemente femenina, escribiendo desde su género y con un sentido reivindicativo/político femenino/feminista en sus diversos matices o intensidades. Excepciones podrían ser, entre las autoras más difundidas, la prosista y cineasta Marilú Mallet, publicada en el Mainstream quebequense y en menor medida en el canadiense como mujer y chilena exilada, cuya experiencia como mujer/autora se entrelaza con los temas discursivos más amplios del exilio--testimonio de la represión en Chile, y proceso de adaptación a la nueva sociedad. En el caso de otra autora--también chilena y exilada--, Carmen Rodríguez, exilio y represión, se encuentran también presentes, pero su radicalismo ha adquirido un formato y vías ‘canadienses’o mejor aún norteamericanas, manteniendo como base su compromiso político social inicial con Chile y Latinoamérica. Su carrera literaria en Canadá se entrelaza con su papel militante feminista/social/multicultural en el colectivo de la revista Aquelarre, una publicación progresista/feminista, sobre todo dirigida a las mujeres latinoamericanas, pero también a exilados, refugiados, los sectores crecientes de pobres y marginales que esta sociedad produce e incrementa, y dirigida a lectores de habla inglesa y española. Lo crucial de esta revista su radio de difusión en Canadá, y que es producida y escrita básicamente por mujeres latinoamericanas.

Si los comentarios a la literatura latinoamericana y femenina en Canadá, y las muestras y antologías, están salpicados de referencias a autores/as y actividad cultural chilenos, no se trata de manifestar un ‘tribalismo’ en que quizás esta sociedad/cultura como otras, se estaría sumiendo. El carácter del exilio chileno en Canadá y Quebec, a partir del golpe de estado de 1973 en Chile, permite explicar su inicial conducción de las iniciativas culturales y/o políticas de la comunidad latinoamericana, y por ende femenina, en Canadá, hasta muy recientemente. El exilio chileno constituyó el primer exilio latinoamericano relativamente numeroso. No fue una ola de inmigrantes, sino de gente que había pertenecido a las distintas agrupaciones o partidos progresistas y revolucionarios chilenos, cuya participación en las tareas de solidaridad con Chile fue bastante general y masiva en sus comienzos, y que utilizó a la cultura como un elemento importante de sus políticas de solidaridad. Además, esta comunidad naciente contó con un grupo considerable de profesionales, intelectuales, escritores, artistas plásticos, cineastas, profesores, dirigentes políticos, y otros, ligado en su mayoría a las organizaciones de solidaridad: los chilenos tuvieron una considerable participación en los primeros intentos antológicos de autores/as latinoamericanos/as en Canadá, como antologadores y autores 6, y los dos únicos artículos publicados específicamente sobre la literatura de las mujeres latinoamericanas en Canadá han sido hechos por chilenas. El rol de la comunidad chilena exilada aparece siempre al tematizar o hacer la historia de algún aspecto de la cultura latinoamericana en Canadá, como factor coadyuvante de la misma, ya que por otro lado esta cultura brota del incremento cuantitativo de la inmigración/exilio latinoamericanos desde los setenta, y a que en las dos últimas décadas Canadá ha presenciado la proliferación de diversas literaturas que representan e intentan validar sectores cultural/étnica y genéricamente marginales, o no hegemónicos, tendencia global en las sociedades metropolitanas, y que manifestaría la crisis de un discurso maestro occidental.

En los últimos años han surgido tendencias críticas que reflejan un movimiento de relativización/deconstrucción de los discursos maestros/hegemónicos culturales y literarios, eurocéntricos, y que responden a movimientos sociales hacia la representación de las minorías marginales/no hegemónicas a niveles nacionales, y de las mayorías de las regiones postcoloniales/dependientes a nivel global, lo que ha despertado interés en la presentación y discusión de dichas problemáticas a nivel universitario. Se hace sentir la urgencia del establecimiento de los discursos genéricos subordinados, fundamentalmente femeninos, y surge la posibilidad de insertar la literatura hispanocanadiense femenina en el marco de los estudios literarios femeninos especializados. No se ha efectuado, a excepción de panoramas generales o ensayos monográficos tentativos, una crítica del discurso literario latinoamericano en Canadá, pero se puede prever un incremento de los estudios ‘especializados’de la literatura femenina latinoamericana en Canadá.

La actividad de autoras y críticas, aparte de la presencia latinoamericana, son claves en este sentido. En las palabras de Carmen Rodríguez: “Romper estereotipos ha sido algo que las latinas han estado haciendo en este país por más de 20 años. La llegada masiva de chilenos y argentinos en los setenta y de centroamericanos en los 80, llegaron a consolidar una fuerte presencia latinoamericana en Canadá”. La autora continúa afirmando que “ya en 1974 los latinoamericanos formaron grupos que utilizaban la música para denunciar las atrocidades de los regímenes militares que los habían arrojado fuera de sus países” 7. Los textos producto de escritores y escritoras de origen latinoamericano muestran un compromiso, ya sea con los problemas propios del área neocolonial originaria como, y a veces posteriormente, con la lucha social en el país anfitrión. Más allá de eso, es difícil descubrir temáticas exclusivamente femeninas, lo que nos parece válido también para las formas de expresión o estilísticas. No hay trazas de una ‘estética’femenina reconocible. Características atribuidas a la escritura femenina “fluida, no lineal, descentralizada, sin jerarquías, y de voces múltiples”8 se pueden aplicar más bien al discurso de algunos autores varones exilados, situados un poco hacia la vanguardia o la neo-vanguardia. Además, la fijación temática en el cuerpo, característica de al menos parte de la literatura femenina, también está presente en los autores. En ambas manifestaciones de la cultura latinoamericana en Canadá existen fenómenos que apuntan a la problematización de la identidad. La situación de los escritores latinoamericanos en general, no sólo de las mujeres, es la de un sector minoritario etnocultural, subordinado, no hegemónico, dependiente y enfrentado a una definición en mayor o menor grado de los parámetros de su obra por el “sistema” y de la difusión, evaluación y sanción critica de las misma por la sociedad de ‘corriente principal’. Esto refleja el plano estructural de la vida económica, política y social, donde el sujeto subordinado de origen ‘étnico’ tiene que negociar la modificación de aspectos de su cultura para ser admitido en el mainstream. Este proceso pone en entredicho la subjetividad y la identidad, ya que la ‘aceptación’ por parte de la cultura dominante depende de factores externos al sujeto, que tiene que ‘adaptarse’ en un proceso que no es la expansión o desarrollo de sí, sino el despojamiento de parte de sí, la alienación voluntaria 9. La identidad se vuelve frágil, incluso se acerca a la escisión.

Las temáticas y formas de la literatura latinoamericana en Canadá muestran esta fractura o debilitamiento de la identidad, que ejercita la exploración de los límites y funciones corporales, ya que el cuerpo pasa a ser el único bagaje en una situación de repliegue e incertidumbre frente al medio social y cultural. Esto se da tanto en los autores como en las autoras.

Hemos definido a esta literatura como un corpus de textos “de intencionalidad literaria”. Antes que implicar juicios de valor respecto a cánones literarios universales, cuya ‘maestría’ se encuentra cada vez más en entredicho, y aceptando las diferencias y oposiciones que enmarcan a la literatura latinoamericana femenina producida en Canadá, como a la masculina, esta definición suspende el juicio sobre la ‘calidad literaria’ como adscripción a un canon determinado. Las diferencias entre los textos producidos por los autores latinoamericanos en Canadá son tan grandes como las existentes entre éstos y sus contrapartes canadienses.

Tenemos por ejemplo a poetas neovanguardistas que representan la apropiación o distorsión del texto occidental maestro poético europeo vanguardista, y que escriben desde una posición de cuasi superioridad basada en el supuesto estatus del género en el país (Chile) en la ‘poesía contemporánea occidental’. Pero que no cuentan casi con audiencia ‘canadiense’, dados los parámetros explícitos o implícitos de entrada al sistema de la institucionalidad literaria. Por otro lado tenemos a la mujer que decide escribir su relación personal, quizás su biografia desde su llegada al país o desde antes y que podrá ser un documento accesible, representativo y veraz a pesar de su falta de ‘mérito literario’ según ciertos cánones. Y con la que se podrán identificar muchas mujeres en situación parecida y con las misma formación cultural.

Pareciera que la situación relativamente periférica de la literatura canadiense respecto a la literatura ‘occidental’ modernista ha hecho que la presencia de tendencias literarias más centradas en el texto, en relación al contenido, y que aspectos tales como la poesía vanguardiasta o neo vanguardista europea y latinomericana o el nouveau roman o la novela latinoamericana contemporánea, no hayan dejado casi huella en un canon básicamente realista o en una concepción de la poesía como básicamente lírica. Paradojalmente, las tendencias hacia la testimonialización y la auto representatividad de los diferentes componentes étnicos, genéricos y culturales en el sentido de una versión fiel de la problemática de una comunidad, han robustecido la razón de ser y las características ‘realistas’ de la literatura canadiense hegemónica, dándole una nueva solidez a su insegura autoimagen del pasado. Los parámetros de la literatura canadiense ‘oficial’, sus exigencias de tramas y contenidos claros y accesibles, representación fiel y aséptica de la realidad, y formas simples de expresión acordes a los cánones genéricos tradicionales, favorecen la expresión de contenidos pertinentes a la experiencia directa de autores portavoces de sus grupos de origen social, genérico o cultural. Accesibilidad y pertinencia en la relación o expresión de una experiencia son pues las claves que moldean el trabajo de los autores y autoras latinoamericanos residentes que logran la sanción de las instancias literarias hegemónicas en Canadá, lo que fuerza nuevamente a una cierta ablación cultural en algunos casos, especialmente de escritores que llegan formados de Latinoamérica. Pero que propende a que la literatura latinoamericana en Canadá, como la de otras comunidades, sea idealmente la de quien llega joven y/o se forma en el país, o la del/a residente que inicia una relación o expresión de los aspectos decisivos de su vida y circunstancias pasadas y presentes. A esto ayudan las expectativas y presuposiciones de la crítica y el público canadienses respecto a los autores/culturas de origen tercermundista, sobre todo de origen negro o latinoamericano: represión y exotismo en el área de origen, la vitalidad y pureza ínsitas en el mito del hombre natural, la presencia de elementos del mito y tópico del ‘buen salvaje, la condición del exilio o transplante, la saga de la aculturación, y más recientemente, el encuentro social/cultural con las culturas/lenguas hegemónicas o con otras culturas/comunidades subordinadas. Una vez que los autores y autoras negocian su entrada en el sistema, obviando las limitaciones en términos de la expresión y el contenido, así como los parámetros de sensitividad que marcan lo permisible, las presuposiciones y expectativas abren variadas posibilidades: por ejemplo, el tema y la condición del exilio 10 es un elemento relevante desde el cual el autor (la autora) puede acercarse a la observación, descripción y plasmación, de alguna manera distanciada, de su área de origen y la presente, y que son funcionales pese al cambio de la exterioridad del autor desde el papel de ‘extranjería’ al de marginalidad, es decir desde el individuo solitario que observa a la sociedad desde una alteridad individual negativa, al que lo hace desde la perspectiva de su grupo y asumiéndose como su portavoz, a veces programático,

Existe desde hace poco una serie de instancias que están teniendo como resultado la preservación de la multiplicidad de perspectivas y niveles de la cultura latinoamericana en Canadá, incluyendo la femenina. Y a dar expresión a esta última en el país 11.

El discurso y las asignaciones de espacio y fondos para la integración en las esferas económica, social y cultural de los sectores escasamente o no representados, manteniendo supuestamente su idiosincracia, en el caso de las minorías etnoculturales, aparecen como sospechosos, ya que si bien el fenómeno refleja demandas y presiones sociales y culturales crecientes, se origina en una gran parte desde la institucionalidad que rige la economía, la política y la estructura social del país, y conlleva, por ejemplo, ciertas formas sociales e ideológicas; la imposición de actitudes socio/laborales, sexuales y de contacto entre generaciones, la concepción de la sociedad como dividida en ‘corriente principal’y marginalidad(es), aspectos que niegan la participación y espacio a los sectores étnicos/ culturales y genéricos que no negocian su representación en los términos propuestos por el sistema. Creemos que mientras no se enfoque el papel que funcionalmente ejercen los individuos y sus modos concretos de vida e intercambio económico y social, la expresión cultural de los factores genéricos, culturales, linguísticos y étnicos, --no importa su grado de reivindicación y representación--, no pasará de ser una metáfora barata y perceptible, y a veces concreta y vistosa, de la participación social real. O se basará en el reconocimiento implícito de que no hay otra alternativa frente al estado de cosas existente--lo que parece corroborase a nivel mundial--sino lograr un espacio al interior de dicho estado de cosas. Cabe preguntarse si el estado de cosas económico social vigente y su bagage de comportamientos e ideologías permite una presencia pluricultural y plurigenérica sin alterar el ordenamiento de la estructura socioeconómica y el proceso de toma de decisiones. Volviendo al caso de la literatura femenina latinoamericana en Canadá, podemos señalar la presencia del compromiso político, la preocupación social, el intento de establecer contacto con otras comunidades y de no evitar la colaboración con sus contrapartes masculinas--herencia quizás de procesos revolucionarios concretos vividos por algunas de las protagonistas, además de un pluralismo integrador de los diversos y fluctuantes componentes de la comunidad y cultura latinoamericanas en Canadá.

Notas:

1 Reconocida por la crítica: “Quelle leçon por ceux qui clament a core et a cri...que les immigrants (ici pris au sens restreint de “qui ne sont pas Européens francophones”) ne veulent pas s’integrer! Pourtant, ce débordement (ou décentrement) de l’ethnicité proposé par ce collectif d´crivains hispanophones avec la publication. A coté de leurs oeuvres en traduction française, de poetes québécois déxpression française consacrés...”Jean Jonassaint, Lettres Québécoises, numéro 62, été 1991, p. 37.

2 “The term “lesser diffusion”...was also meant to draw attention to the fact that while the corpus of ethnic writing has continually grown since the late ninetheenth century, it has remained in a minority, marginal situation, and has not undergone the same diffusion as the English and French-canadian literatures, either in the form of publication and consumption , or in that of critical assessment...lesser diffusion and minority do not refer exclusively to numbers, but to the implied status of the ethnic communities and individuals, and their artistic expressions”. Milan V. Dimic, preface of the special issue of the Canadian Review of Comparative Literature devoted to Literatures of Lesser Diffusion, p.560.

3 Que se tiende a pedir de los autores, por oposición a una ‘apropiación’ cultural: “Today’s discussion of ‘political correctness’ takes place in an atmosphere dominated by issues of self-representation and identity politics...The politics of identity call for the ‘self-representation’ of marginalized communities, and for ‘speaking for oneself.’...Identity politics...suggests that people belong to recognizable social groups, and that only delegated representatives can speak on their behalf”. Shohat, Ella The Struggle Over Representation: Castings, Coalitions, and the Politics of Identification, pp. 166-178 in Late Imperial Culture New York, Verso, 1955, p. 167.

4 Es interesante notar en la presentación de ambas publicaciones las asunciones y expectativas de la institución literaria y el público canadienses sobre lo que pueden aportar autores/as latinoamericanos trasplantados: “...the last group is made primarily of Chileans and Salvadoreans, emigrating north as political refugees, becoming exiles, émigrés, telling their life stories as footnotes to authoritarian history....Theirs are serious stories. They recount documentaries of victimization and terror. They also make magic realism real...” Editorial: Once Upon an Overtime, p5, pp 4-7 en Canadian Literature, Fall/Winter 1994, Hispanic-Canadian Connections. Algo similar aparecía en el número especial de Canadian Fiction Magazine de 1987 Latin American Writers in Canada, en el prólogo de Geoff Hancock: “Can you be a Latin American writer in Canada and write about something other than dictators, magical events, lush tropical forests, invented myths, individual rebels, omens, and a popular spirit of rebellion? Pero más importante desde el punto de vista de la recepción: “How can we read these fictions within a Canadian context?” Hancock, Geoff Latin American Writers in Canada, pp. 4-5, p.4 en Canadian Fiction Magazine, number 61/62, 1987.

5 Como la expresa el autor Obi Akwani, en el capítulo sobre multiculturalismo de su libro Winning Over racism, Ottawa, Achama Communications, 1995, 448 pp.; “ The onus is upon the minorities to lead the intellectual process of change because, essentially, the change desired is the kind that will bring them into the mainstream. Just as no man can better understand or define feminism for women than women, nobody else can better articulate the needs and desires of minorities than minorities”, p.137.

6 Aparte de Enjambre, están las antologías de Daniel Inostrosa Antología de la poesía femenina latinoamericana en Canadá, Montreal, El unicornio verde, 1992 y su versión francesa, que incluyen a Maeve López, Yvonne Truque, Sonia Mejía, Patricia Nazal, Eva Núñez, Alicia Núnez Borja, Carmen Rodríguez, Lady Rojas Trempe, Yolanda Saldívar, Eucilda Jorge Moreal, Patricia Lazcano, Sonia Mejía Alejandra Bravo, Nelly Davis, Concepción del Prado de Velázques, Nieves Fuenzalida y Margarita Feliciano.

7 Rodríguez, Carmen Breaking Stereotypes. The Cultural Work of Latinas in Canada. Briarpatch, Volume 25, Number 2, March 1996 pp. 19-23, p 21.

8 Showalter, Elaine: The Feminist Critical Revolution, introducción a Feminist Criticism. Essays on Women, Literature, Theory, Elaine Showalter editora. New York, Pantheon Books, 1985, 403 pp., p. 15.

9 “The quest to find a place within any of the dominant cultures of Canada has proven very difficult for the majority of inmigrants. Those that manage to assimilate into the society, whether in English Canada or in Quebec, do so by assuming a false conciousness which enables them, without being self-conscious, to accept the social attitudes and prejudices rewarded in that society...Those who cannot reconcile themselves to that self-negation which this “seccess”entails remain alienated. This is true for the majority of the inmigrants and minorities” Akwani, Obi, op. Cit. P. 143.

10 “Yet it is no exaggeration to say that liberation as an intellectual mission, born in the resistance and opposition to the confinements and ravages of imperialism, has now shifted from the settled, established and domesticated dynamics of culture to its unhoused, decentered, and exilic energies...whose incarnation today is the migrant, and whose consciousness is that of the intellectual and artist in exile, the politcal figure between domains, between forms, between homes, and between languages”. Said, Edward, Culture and Imperialism. New York, Vintage Books, 1993,380 pp., p. 333. Algunas facetas del exilio en la poesía de Yvonne América Truque aparecen expresadas por Margarita Feliciano en la conferencia (inédita) El Exilio en el Canadá: El Caso de los Escritores Hispanoamericanos. El exilio constituye uno de los temas recurrentes en la poesía de las autoras chilenas: “ The experience of being in exile is the other teme that recurs--with its subthemes of nostalgia, uprooting, solitude and crisis of identity” Etcheverry, Gabriela, Chilean Poetry is Alive and Well in Canada: Women Voices, ARC, Autumn 1995, pp 25-30. P. 25.

11 Aparte de Aquelarre, se pueden mencionar Indigo, Quiebre, otras publicaciones ocasionales como Trilce, Tinta y Sombra, el periódico Jornada y la revista periodística cultural Sur. La revista Ruptures ( Montreal) ha publicado a varias autoras y autores latinoamericanos residentes. La anual Celebración Cultural del Idioma Español presenta literatura y crítica latinoamericana y peninsular femenina/feminista, e incluye autoras latinoamericano-canadienses, como Lady Rojas Trempe, Margarita Feliciano, una de las organizadoras de estas jornadas, e Yvonne América Truque. El grupo de estudios de Crítica Canadiense Literaria sobre Escritoras Hispanoamericanas es un empresa de especialización crítica y de cobertura de ese campo incipiente, fragmentario y desorganizado de la crítica literaria, que puede crear las condiciones para el estudio de la literatura femenina producida en Canadá por autoras latinoamericanas.


Obras consultadas


Literatures of Lesser Diffusion, editado por Joseph Pivato, Research Institute for ComparativeLiterature University of Alberta, 1990, 320 pp.

Culture and Imperialism, Edward W. Said. New York: Vintage Books, 1993, 380 pp.

Late Imperial Culture, editado por Román de la Campa y os. New York: Verso, 1995, 226 pp.

Feminist Criticism. Essays on Women, Literature and Theory, editado por Elaine Showalter. U.S: PanTheon Books, 1985, 403 pp.

Winning Over Racism. Obi Ackwani. Ottawa: Achama Communications, 1995, 448 pp.